lunes, 2 de marzo de 2009

¿Cómo podemos guardar u observar la Gran Cuaresma?



Es evidentemente imposible asistir a todos los oficios de la Iglesia todos los días. Y, puesto que no podemos guardar litúrgicamente la Cuaresma completa, tenemos que preguntarnos, ¿Cuál puede ser nuestra participación en la Cuaresma? ¿Qué beneficio espiritual se puede obtener de ella? La Iglesia nos invita a hacer más profunda nuestra conciencia religiosa, a aumentar y fortalecer el contenido espiritual de nuestra vida, a seguirla en su peregrinación hacia la renovación y a una re-dedicación a Dios.

1. El Ayuno
El primer precepto universal es el del ayuno. La enseñanza ortodoxa sobre el ayuno es diferente a la de la Iglesia Católica Romana, y es esencial comprender esto. Los occidentales identifican el ayuno con una buena obra, lo ven como sacrificio que gana méritos. "¿Qué cosa voy a sacrificar durante la Cuaresma?" esta pregunta es típica de tal actitud hacia el ayuno. El ayuno así entendido es una obligación formal, una acción de obediencia a la Iglesia y su valor reside precisamente en la disposición y capacidad de obedecer. El concepto ortodoxo, es, en primer lugar, que el ayuno es un esfuerzo ascético, esto es, un esfuerzo por subyugar el hombre físico, carnal, al hombre espiritual; el "natural" sometido al "sobrenatural." Las limitaciones alimenticias son instrumentales, no son fines en sí mismos. Así entendido, el ayuno no es mas que un medio para llegar al fin espiritual, y por eso, es una parte esencial del esfuerzo espiritual total. El ayuno, en el concepto ortodoxo, incluye más que una mera abstinencia de ciertos alimentos (carnes y lácteos). Incluye oración, silencio, disposición interior de espíritu, deseo de ser benévolo, caritativo, y, en suma, ser espiritual.
Por eso, la doctrina ortodoxa del ayuno excluye toda evaluación de la práctica como "máximo" o "mínimo." Cada persona debe encontrar su propio alcance, medir su conciencia y hallar en ella su sistema de ayunar. Pero este sistema tiene que incluir los elementos espirituales además de los corporales. El Tipicón y los cánones de la Iglesia describen el ayuno ideal: La abstinencia de carnes y todo producto animal, abstinencia total en ciertas ocasiones. "El que sea capaz de recibir esto, que lo reciba" (Mateo 19:12). Pero, cualquiera que sea nuestra "medida" nuestro ayuno tiene que ser un esfuerzo total, de todo nuestro ser. Según las reglas de la Iglesia el ayuno no se puede interrumpir por todo el período de cuarenta días, inclusive los sábados y domingos.

2. La Oración
Debemos orar siempre. La Cuaresma es, sin embargo, un período de aumento e intensificación de nuestras oraciones. La manera más sencilla es, primero, añadir a nuestras devociones de la mañana y de la noche la Oración de San Efrén el Sirio. Además, es bueno y provechoso reservar ciertos momentos del día para la oración; esto se puede hacer interiormente, en la oficina, en el auto, dondequiera. Lo más importante es recordar siempre que estamos en Cuaresma y que toda actividad debe tener como punto de referencia su propósito: renovación y un despertar espiritual, el arrepentimiento, y una relación más estrecha con Dios.

3. Lectura Espiritual
A pesar de que no podemos estar todos los días en la iglesia, sí es posible seguir la peregrinación cuaresmal leyendo las lecciones y los libros designados para los servicios designados para los servicios. Un capítulo del libro del Génesis, algún pasaje de los Proverbios o de Isaías, no requieren mucho tiempo, y además nos ayudan a comprender el espíritu de la Cuaresma en sus variadas dimensiones. También es bueno leer algunos Salmos, o con las oraciones, o separadamente. En ningún otro lugar podemos encontrar más sinceros ejemplos de verdear penitencia, de sed de comulgar con Dios, del deseo de llenar la vida de verdadera religión. Y finalmente, se recomienda leer algún libro religioso: vidas de los Santos, historia de la Iglesia, espiritualidad, etc., a todos los que toman en serio la Gran Cuaresma, que nos libra de nuestra vida cotidiana y nos conduce a un nivel más elevado de interés, nos alimenta de ideas y de verdades comúnmente ausentes de nuestro mundo práctico y pragmático.

4. Cambio de Vida
Como último aspecto, pero no de menos importancia: debemos hacer un esfuerzo y hasta tomar la decisión por "vivir más quietamente," por así decirlo, para poder dedicar más tiempo a la contemplación y a la meditación. La radio, televisión, periódicos, reuniones sociales, por excelentes y convenientes que puedan parecer estas cosas, debemos reducirlas a un mínimo durante la Cuaresma. No porque sean malas, sino porque tenemos algo más importante que hacer. Es imposible hacer un cambio en nuestra vida sin concentración y disciplina. La Cuaresma es el período en que re-evaluamos nuestra propia vida, a la luz de nuestra fe, y esto requiere un verdadero esfuerzo y una verdadera disciplina. El Señor dice que estrecho es el camino que lleva al Reino de Dios, y debemos hacer tan ajustada como sea posible nuestra vida. Al principio, el hombre natural y egoísta en nosotros, se rebela contra estas limitaciones. Desea su acostumbrada "vida acomodada," con todos sus placeres y diversiones. Pero una vez probado el esfuerzo espiritual, una vez que se ha dado, por medio de esto, un paso más hacia Dios, la recompensa es grande. Descubrimos un gozo que no tiene comparación con cosa alguna. Descubrimos la realidad de lo espiritual dentro de nosotros. Comenzamos a comprender lo que quería decir San Pablo por "gozo y paz en el Espíritu Santo." Dios mismo entra en nuestra alma, y esa maravillosa entrada es el fin y propósito de la Cuaresma.

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