lunes, 22 de junio de 2009

El Tesoro de los Santos Padres (2)


San Gregorio Nazianceno


Desde el día en que renuncié a las cosas de este mundo para consagrar mi alma a las contemplaciones luminosas y celestiales, cuando la Inteligencia suprema me raptó de aquí abajo para ponerme lejos de todo lo carnal, para encerrarme en el secreto del tabernáculo celestial; desde ese día, mis ojos quedaron deslumbrados por la luz de la Trinidad cuyo brillo supera todo lo que el pensamiento podía presentar a mi alma. Pues desde su trono sublime, la Trinidad derrama su esplendor inefable, común a los Tres. Ella es el principio de todo lo que se encuentra aquí abajo, separado de las cosas supremas por el tiempo... Desde ese día estoy muerto para el mundo, y el mundo está muerto para mí. (Poemas sobre sí mismo, I)
Tan pronto comienzo a pensar en la Unidad, la Trinidad me baña con su esplendor. Tan pronto comienzo a pensar en la Trinidad, la Unidad me vuelve a impresionar. Cuando uno de los Tres se me presenta, a tal punto quedan mis ojos deslumbrados, que pienso que es el todo. Y lo demás se me escapa, pues en mi espíritu demasiado limitado para comprender a uno solo, ya no queda ningún lugar par lo demás. Cuando uno a los Tres en un mismo pensamiento, veo Una sola antorcha, sin poder dividir o analizar la luz unificada. (Sobre el Santo Bautismo, Oración 40º, Nº 41)
La monada se pone en movimiento en virtud de Su riqueza; la díada es franqueada, pues la Divinidad está por encima de la materia y de la forma; la tríada vuelve a cerrarse en la perfección, pues Ella es la primera que franquea la composición de la díada. Es así como la Divinidad no se queda en límites estrechos, ni se derrama indefinidamente. Una cosa sería sin honor, y la otra, contraria al orden; una, puramente judaica, la otra, helénica y politeísta. (Sobre la Paz, Oración 23º, 8 y 10)
Cuando nombro a Dios, nombro al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo. No es que yo suponga una divinidad difusa (eso sería volver a la confusión de los falsos dioses); no es que yo suponga a la divinidad condensada en uno solo (eso sería empobrecerla) Es que no quiero ni judaizar a causa de la monarquía divina, ni helenizar a causa de la abundancia divina. (Sobre la Santa Pascua, Oración 45º, Nº 4)
Cuando hablo de Dios, debéis sentiros bañados en una sola luz y en tres luces. Digo tres como caracteres propios o como Hipóstasis o como Personas (no discutamos sobre las palabras, siempre que las sílabas tengan el mismo sentido) Digo una como esencia, es decir, como Divinidad. Pues allí hay división indivisa, conjunción con distinción. Uno solo en los Tres, es la Divinidad. Los Tres, Uno solo; quiero decir los Tres en lo que es la divinidad, o, para hablar más exactamente, que son la Divinidad. (Sobre la Santa Luz, Oración 39º, Nº 2)
No ser engendrado, ser engendrado, proceder, caracterizan al Padre, al Hijo y al que se llama Espíritu Santo, para proteger la distinción de las tres Hipóstasis en la Única naturaleza y majestad de la Divinidad. Pues el Hijo no es el Padre, puesto que sólo hay un Padre, pero es lo que es el Padre. El Espíritu Santo, aunque procede de Dios, no es el Hijo, puesto que sólo hay un Hijo único, pero es lo que es el Hijo. Los Tres son Uno en Divinidad y el Uno es Tres en Personas. (Oración 31º, Nº 9)
¿Preguntas qué es la procesión del Espíritu Santo? Dime antes qué es la inasequibilidad del Padre; entonces, a mi vez, trataré como fisiólogo la generación del Hijo y la procesión del Espíritu. De esta manera, los dos juntos quedaremos igualmente presos de la locura, por haber mirado astutamente los misterios de Dios. (Oración 31º, Nº 8)
¿Oyes que hay generación? No busques con curiosidad cómo. ¿Oyes que el Espíritu procede del Padre? No te fatigues en buscar el cómo. (Oración 20º, Nº 2)
Según mi juicio, se protege a un solo Dios poniendo en relación al Hijo y al Espíritu con un solo Principio, sin componerlos ni confundirlos y afirmando la identidad de sustancia y lo que llamaré el Único y mismo movimiento y voluntad de la Divinidad. (Oración 20º, Nº 7)
Para nosotros hay un solo Dios puesto que hay una sola Divinidad, y que los que proceden se refieren al Uno del que proceden, siendo al mismo tiempo Tres, según la fe... Así, cuando nosotros contemplamos a la Divinidad, la causa primera, la monarquía, el Uno se nos aparece; y cuando apuntamos a aquéllos en los que la Divinidad es y que proceden del Principio primero con la misma eternidad y gloria, adoramos a los Tres. (Oración 31º, Nº 14)
La naturaleza única en los Tres, es Dios; en cuanto a la unidad, es el Padre, de quien los otros proceden y hacia Quien vuelven sin confundirse, co-existiendo con Él sin estar separados por el tiempo, por la voluntad o por el poder. (Oración 42º)
Me hubiera gustado exaltar al Padre como al más grande, pues de Él los iguales obtienen su igualdad y, al mismo tiempo, su ser... pero temo, sin embargo, hacer del Principio un principio de inferiores y así ofenderlo al querer exaltarlo, pues la gloria del Principio no consiste en rebajar a los que de Él proceden... Divinidad, sin grado superior que eleva o grado inferior que rebaja, de todos modos igual, de todos modos la misma, como en el cielo belleza y grandeza son todo uno. Es la infinita con-naturalidad de Tres infinitos. Cada uno, considerado en Sí mismo, enteramente Dios, tanto el Hijo como el Padre, tanto el Espíritu Santo como el Hijo; pero cada uno conserva su carácter personal. Dios, los Tres considerados juntos. Cada uno es Dios a causa de la consubstancialidad, los Tres son Dios a causa de la monarquía. (Sobre el Santo Bautismo, Oración 40º, Nº 43 y 41)
El Hijo posee todo lo que posee el Padre, salvo la facultad de ser causa, y todo lo que posee el Hijo, el Espíritu lo posee también, salvo la facultad de ser Hijo. (Oración 34º, 10)
El Padre es la unión de la que provienen y a la que van los Otros. (Oración 32º, 15)

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