sábado, 20 de junio de 2009

El Tesoro de los Santos Padres (1)



El que no confiesa la comunidad de la esencia en la Divinidad cae en el politeísmo; la naturaleza del Padre, la del Hijo y la del Espíritu Santo es una e idéntica. Sin embargo, en la Divinidad una, la identidad de la naturaleza está diversificada en tres Hipóstasis, de tal manera que la individualidad de las Personas se encuentra en una esencia, y la única Divinidad se reconoce en tres Hipóstasis perfectas. (Epístola II, 10)
El Padre existe y posee el ser perfecto, raíz y fuente del Hijo y del Espíritu Santo. El Hijo existe, en plenitud de divinidad, Verbo viviente e Hijo sin defecto del Padre. El Espíritu es también pleno, perfecto y completo, considerado en Sí mismo. (Homilía 24, Contra los Sabelianos, 4)Es imposible ver la Imagen del Dios invisible, salvo en la iluminación del Espíritu. Quien fija los ojos en la Imagen no puede separar de ella la luz, pues lo que causa la visión es visto necesariamente con lo que se ve. Así, propiamente hablando, por la iluminación del Espíritu, discernimos el esplendor de la gloria de Dios (el Hijo: Hb 1:3), y por la Impronta (el Hijo) somos conducidos a la gloria de Aquél (el Padre) a quien pertenecen la Impronta y el sello de la misma forma (el Espíritu Santo) (Sobre el Espíritu Santo, 26)

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