sábado, 20 de febrero de 2010

Encíclica de su SS Santidad Bartolomeos I con motivo del Domingo de la Ortodoxia +BARTOLOMÉ




POR LA MISERICORDIA DE DIOS ARZOBISPO DE CONSTANTINOPLA-NUEVA ROMA Y PATRIARCA ECUMENICO A TODO EL PLEROMA DE LA IGLESIA SEAN LA GRACIA Y LA PAZ DE NUESTRO SEÑOR Y SALVADOR JESUCRISTO Y DE NOSOTROS LA ORACION, LA BENDICION Y EL PERDON

Nuestra Santísima Iglesia Ortodoxa festeja hoy su fiesta por antonomasia, y la Madre Iglesia de Constantinopla, desde el centro martírico e histórico, nuestro Patriarcado Ecuménico, dirige la bendición, la ternura y el amor a todos sus devotos hijos espirituales a ella fieles en todo el mundo. Sea el Nombre de Dios Bendito!

Aquellos que intentaron hacer desaparecer la Iglesia a través de los siglos a través de diversas persecuciones evidentes y no, aquellos que intentaron corromperla con sus enseñanzas heréticas, aquellos que intentaron amordazarla y quitarle la voz y el testimonio en el mundo, todos ellos fracasaron. La nube de los mártires, las lágrimas de los bienaventurados y las plegarias de los santos la cubren espiritualmente y la protegen, mientras que el Paráclito, el Espíritu de la Verdad, la conduce a toda la Verdad.

Con sentimiento de obligación y de responsabilidad, a pesar de los obstáculos y desaveniencias, el Patriarcado Ecuménico, como primera Iglesia de la Ortodoxía, se preocupa por la protección y la consolidación de la unidad de la Iglesia Ortodoxa, a fin de que en un solo corazón y una sola boca sea confesada la fe ortodoxa de nuestros padres en cada época y especialmente en nuestros días. Pues la Ortodoxía no es un tesoro de museo para que sea cuidado, sinó aliento de vida que debe ser expandido para que reavive a los hombres. La Ortodoxía es siempre actual, basta que la proyectemos con humildad y la interpretemos teniendo en cuenta las necesidades y las problemáticas existenciales del hombre en cada época y en cada contexto cultural.

En orden a este objetivo la Ortodoxía debe encontrarse en continuo diálogo con el mundo. La Iglesia Ortodoxa no teme al diálogo, pues la misma Verdad no le teme. Contrariamente, si la Ortodoxía se cierra en sí misma y no dialoga con los que están fuera de ella, no solamente ha de fracasar en su misión, sinó que se convertirá de una Iglesia “católica” y “de acuerdo a la Ecumene” en un grupo introvertido y auto-complaciente, en un “gueto” al margen de la historia. Por esta razón también los grandes Padres de nuestra Iglesia nunca temieron el diálogo con el contexto espiritual de su época, hasta con los filósofos idólatras de sus tiempos, y con este modo influenciaron y reconfiguraron la cultura de su época y nos legaron una Iglesia verdaderamente ecuménica.

Este diálogo con el mundo es llamada a continuar hoy la Ortodoxía, a fin de que dé su testimonio y el aliento vivificador de su Fe. Este diálogo, sin embargo, no es posible que lleque al mundo de afuera sino pasa primero por los que llevan el nombre de cristianos. Debemos primero dialogar los cristianos entre nosotros y solucionar nuestras diferencias a fin de que sea creíble nuestro testimonio hacia el mundo. El esfuerzo por la unidad de los cristianos es voluntad y mandamiento del Señor, el cual antes de su pasión rezó a su Padre “a fin de que todos (sus discípulos) sean uno, a fin de que el mundo crea que Tú me enviaste” (Jn. 17, 21). No es posible que el Señor luche por la unidad de los cristianos y nosotros quedemos indiferentes. Esto constituiría una traición criminal y ruptura de su mandamiento. Exactamente por estas razones, el Patriarcado Ecuménico, con la opinión concordante y la participación de todas las iglesias ortodoxas locales, lleva a cabo desde hace varias décadas diálogos teológicos oficiales panortodoxos con las iglesias y confesiones cristianas mayores. Objetivo de estos diálogos es la discusión, en espíritu de amor, de todas las cosas que nos separan a los cristianos, tanto en la fe como en la organización y vida de la Iglesia. Estos diálogos y cada intento de relaciones pacíficas y fraternales de la Iglesia Ortodoxa con otros cristianos desafortunadamente combaten hoy con un fanatismo intolerable para la tradición ortodoxa ciertos grupos que reclaman exclusivamente para sí mismos el título de celotes y defensores de la Ortodoxía, como si no fueran ortodoxos todos los Patriarcas y los Santos Sínodos de las iglesias ortodoxas, que unánimemente decidieron y mantienen estos diálogos. Los enemigos de cada intento de reconstituir la unidad entre los cristianos se elevan por sobre los Sínodos Episcopales de la Iglesia con el peligro de crear cismas dentro de la Ortodoxía.

En esta su lucha, los que critican el intento de reconstitución de la unidad de los cristianos no distan aún en tergiversar la realidad engañando al pueblo fiel. De esta manera, callan el hecho de que los diálogos teológicos se llevan a cabo con la decisión unánime de todas las iglesias ortodoxas y así atacan solamente al Patriarcado Ecuménico. Propagan falsamente que es inminente la unión entre los ortodoxos y los católicos romanos, aún sabiendo que las diferencias que se discuten en el diálogo ecuménico entre ellos son todavía muchas, y que se necesitará mucho tiempo para la discusión; así tambien conocen que la unión es decidida solamente por los sínodos de las iglesias y no por comisiones de diálogo. Reclaman que el Papa ha de subyugar a los ortodoxos pues éstos dialogan con los católicos romanos! Juzgan a todos los que participan en los diálogos como “heréticos” y “traidores” de la Ortodoxía, simplemente porque dialogan con los heterodoxos, compartiendo con ellos la riqueza y la Verdad de nuestra Fe. Desacreditan cada esfuerzo de diálogo entre los cristianos separados y cada intento de reconstitución de su unión como “herejía del ecumenismo” sin dar ninguna prueba de que durante las relaciones con los no ortodoxos la Iglesia Ortodoxa haya dejado o haya negado los dogmas de los Sínodos Ecuménicos y de los Padres de nuestra Iglesia.

Hermanos e hijos amados en el Señor,La Ortodoxía no tiene necesidad ni del fanatismo ni de la intolerancia para protejerse. Aquel que cree que la Ortodoxía tiene la Verdad no teme el diálogo, pues la Verdad nunca peligra por el diálogo. Contrariamente, cuando todos hoy se esfuerzan en solucionar las diferencias a través del diálogo, la Ortodoxía no puede dirigirse con intolerancia y fanatismo. Tened, pues, completa confianza en vuestra Madre Iglesia. Ésta se mantuvo incorruptible durante siglos y transmitió a otros pueblos la Ortodoxía. Ésta también hoy lucha en medio de condiciones adversas para mantener la Ortodoxía viva y respetable en toda la ecumene.

Desde este sacro centro de la Ortodoxía, desde el histórico Patriarcado Ecuménico, los besamos fraternalmente y los bendecimos paternalmente a todos vosotros, hermanos e hijos en el Señor, deseando de que pasen con salud y sacra compunción el estadio de las virtudes y de las luchas espirituales de la santa y gran Cuaresma y que seáis dignos, conjuntamente con todos los fieles y cristianos ortodoxos en todo el mundo, de adorar la purísima pasión y la glroriosa resurrección del Salvador Cristo.

Domingo de la Ortodoxía 2010-02-16
Publicado por Padre Nicolás Vera

sábado, 6 de febrero de 2010

Una sencilla reflexión

Estamos a las puertas de la Cuaresma, terminaremos la semana de la carne a la que segirá la del queso,para finalmente entrar en el ayuno cuaresmal.
Y hoy la Iglesia nos propone el texto de Mateo 25,31-46.
Dios, cada uno de nosotros,nuestras obras y su juicio para vida o para perdición.

Seremos juzgados al final de nuestras vidas por el amor.Por el amor a los demás.
Será Jesús, como Hijo de Hombre, quien nos juzge como rey en su trono de gloria. No como los gobernantes de este mundo, sino como Pastor, que nos juzgará con la ley del amor: Haber dado de comer al hambriento, de beber al sediento... no haber cerrado nuestro corazón a los demás.
Esos serán los criterios por los que se nos juzgará y no por otros distintos.

De tal forma que el resultado de este juicio depende de nosotros aquí y ahora. Está en nuestras manos, en el presente.
Es cierto, no podemos estar seguros de quien se salvará... pero sí de la fidelidad de Dios a Su palabra que ha prometido el Reino a tods aquellos que aman.