miércoles, 5 de noviembre de 2008

ABRIR LOS OJOS A LA LUZ


“Todo el que practica lo malo detesta la luz y no se acerca a la luz para que no se descubran sus acciones”(Jn 3, 19b)

La observación puede parecer demasiado pesimista, pero lo cierto es que las personas muchas veces somos capaces de vivir muchos años sin conocernos como somos realmente.

Podemos vivir día a día sin querer ver que es lo que realmente mueve nuestras vidas, y cuáles son las razones a la hora de tomar nuestras decisiones. Y no es siempre por torpeza o falta de inteligencia. Lo que ocurre es que de manera más o menos consciente, sabemos que si nos examinaramos con luz suficiente, esto, nos obligaría a cambiar.

Parecen cumplirse en nosotros aquellas palabras de Jesús:”la Luz vino al mundo y los hombres prefirieron las tinieblas a la Luz, porque sus acciones eran malas”(v 19ª)

Nos asusta vernos como realmente somos. Nos sentimos mal cuando “descorriendo las cortinas”la luz entra en nuestras vidas, mostrandolas como realmente son.Por eso preferímos continuar siendo ciegos sin luz. Pero lo más grave es que siendo ciegos, pensamos que vemos todo con claridad.

Que fácil resulta vivir sin conocerse a sí mismo ni preguntarse nunca ¿Quién soy yo realmente? Tener por el contrario esa imagen superficial que muchas veces nos hemos fabricado de nosotros mismos.

Que facil es creer que los damás son como yo los veo o de acuerdo a las etiquetas que yo pongo a cada uno…

“En cambio, el que obra conforme a la verdad, se acerca a la luz para que se vean sus acciones, porque están hechas como Dios quiere”(v21b)

Por esa razón, cuando deseamos cambiar nuestra vida y conducirla por un camino mejor, lo más importante, lo decisivo, no es intentar cambiarnos, sino abrir los ojos a la luz y ver.Vernos como realmente somos y no como nos ven los demás, poner entonces los remedios necesarios para que nuestras vidas trascurran a la luz, porque están hechas conforme Dios quiere.

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